En el sector de Duhatao, en la isla de Chiloé, un ecológo chileno colectó diversas muestras de las profundidades. Ocho años después, se enteró que uno de los organismos que extrajo no había sido descrito antes. El trabajo académico fue publicado en la revista Zootaxa.
El Mostrador Cultura. Realizar el levantamiento de una línea base de biodiversidad para una futura área de conservación marina en el sector norte de la isla de Chiloé. Ese era el objetivo que tenía en mente el ecólogo Luis Miguel Pardo, cuando se sumergió a 20 metros de profundidad para bucear en el sector de Duhatao. El lugar era de difícil acceso y, a pesar de que las aguas superficiales parecían turbulentas, logró extraer una amplia variedad de muestras.
Aquella historia se remonta al año 2012, época en la que la información sobre el lugar era escasa. Las especies que el investigador encontró en esa oportunidad fueron llevadas a su laboratorio. Con ayuda de literatura científica, logró identificar algunos organismos. Sin embargo, hubo otros que decidió entregárselos a un especialista brasileño que estaba de paso en Chile.
“Dentro de las muestras que recolectamos, había esponjas marinas. En su caso en particular, uno debe ver las espículas, unidades esqueléticas, que muchas veces son de óxido de silicio o carbonato de calcio. Además, poseen características únicas por especie, por lo tanto, para identificarlas hay que revisar los tipos de espículas presentes en el tejido de la esponja”, explica Pardo, co-autor del estudio, científico del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y académico del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas de la misma casa de estudio.
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