Más de la mitad de la población ha reducido sus actividades. Eso ha llevado a que pumas deambulen por Santiago y delfines sean avistados en Italia. Estudiar el momento es clave, afirman los expertos.
Alexis Ibarra, El Mercurio. La naturaleza ha respondido a la inusual “pausa” de la humanidad producto de la pandemia de covid-19. La disminución de los desplazamientos y ciudades más silenciosas han traído, como consecuencia, que pumas deambulen por Santiago o que se avisten delfines en Italia, en zonas donde hace mucho tiempo no se divisaban.
Una publicación en la revista Nature Ecology & Evolution aunó la voz de científicos de distintas especialidades y latitudes, los que llamaron a aprovechar esta situación inusual para recabar datos que permitan entender mejor la relación entre humanos y la vida silvestre.
Los investigadores acuñaron el término “antropausa” (del griego anthropos, hombre; y pausa) para referirse a esta declinación forzada de la actividad humana. Además, crearon “Bio-Logging COVID-19”, un consorcio que investigará el comportamiento animal antes, durante y después de la pandemia.
“En todo el mundo, los biólogos han equipado a los animales con pequeños dispositivos de rastreo. Ellos son una mina de oro de información sobre el movimiento y el comportamiento de los animales, que ahora podemos aprovechar para mejorar nuestra comprensión de las interacciones entre humanos y la vida silvestre”, dice Christian Rutz, biólogo de la U. de St. Andrews (Reino Unido), uno de los autores de la publicación.
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