En el noroeste de la Región de Magallanes y Antártica Chilena existe una isla repleta de cuevas y cavernas, ancestralmente visitada por el pueblo Kawésqar. Se trata de Madre de Dios, localizada en el archipiélago del mismo nombre. Sus particularidades geológicas han llamado la atención de científicos de diversas disciplinas, entre ellas geología y espeleología.

A la fecha se sabe que en esta zona extrema pueden existir vientos de más de 100 km/h y precipitaciones superiores a 7 m/a. Debido a estas condiciones, la rapidez de disolución de la roca caliza es una de las más altas a nivel mundial.
Madre de Dios es considerado un lugar único en la Patagonia chilena por su contrastante geología: una fracción de la isla se conforma de caliza de alta pureza (carbonato de calcio, la formación de caliza más austral del hemisferio sur), y la otra granito (principalmente sílice). Estas características hacen de los archipiélagos del lugar un sistema singular.
Pese a su gran importancia científica como “un experimento natural”, al ser una de las zonas más remotas y de pobre accesibilidad en el país, ha sido históricamente “submuestreada”, y los efectos de esta diversidad geológica en las características del mar adyacente es aún desconocida.
Para contribuir a completar aquel vacío de información, entre los años 2015 y 2017, un equipo de investigadores del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la Universidad Austral de Chile (UACh), del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) y otras cinco instituciones nacionales y extranjeras, realizó diversas expediciones a la zona.
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