Patricia López, Agencia EFE. La centolla es un imperdible de la cocina chilena y uno de los productos marinos más exportados del país, pero el origen de este crustáceo esconde algunos enigmas científicos cuya solución podría hallarse en las frías aguas del fiordo Yendegaia, cerca del Cabo de Hornos.
Hasta ese inhóspito lugar viajó a finales del pasado mes de julio un grupo de investigadores del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la Universidad Austral de Chile, al que se sumó Efe, para sumergirse en los bosques marinos de huiro en busca del estado más temprano de la centolla austral, sus larvas, cuya ubicación sigue siendo desconocida en la actualidad.
“Es una especie muy misteriosa. Todavía nadie encontró larvas de centolla en el medio marino”, aseguró a Efe Miguel Pardo, doctor en biología marina y miembro del Centro Ideal.
El científico explicó que las larvas son liberadas por las madres en aguas someras, pero que luego se desconoce dónde se encuentran y dónde pasan sus primeros años de vida.
Averiguarlo es importante para conocer la renovación poblacional de esta especie, una de las delicias de la gastronomía chilena y uno de los principales productos de exportación del país, cuyos embarques ascendieron hasta casi los 82 millones de dólares en 2017.
“Se han hecho bastantes esfuerzos para encontrar las larvas en las columnas de agua y no se encuentran ahí”, dijo Pardo, que maneja la hipótesis de que las pequeñas centollas crecen en los bosques de huiro, un entramado de algas que puede llegar alcanzar longitudes de hasta 70 metro y que se encuentra en toda la costa no tropical del Pacífico, en especial en el sur de Chile.
Para poder corroborarlo, siete biólogos bucearon en estos bosques de algas para extraer varias muestras, que los investigadores del Centro Ideal procesarán para determinar las especies presentes y establecer si hay larvas o reclutas (primer estadio juvenil) de centolla en ellas.
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