Recorrió 20 mil kilómetros antes de arribar a la isla Rey Jorge. Luego, fue estudiado por diez científicos de cuatro países, quienes concluyeron que este trozo de alga había sorteado la corriente Circumpolar antártica, demostrando que ese lugar no estaba biológicamente aislado. ¿Cómo un cochayuyo cambió el paradigma sobre la impenetrabilidad de la Antártica?
Jorge Rojas, Revista Domingo. Erasmo Macaya, biólogo marino y experto en algas, llevaba dos días en la Antártica cuando una simple caminata por una playa, ubicada frente a la base Escudero, en la isla Rey Jorge, lo dejó paralizado.
No era el frío, ni el paisaje.
Bajo sus pies, junto a un pedazo de hielo que la marea había arrojado a la orilla, había un trozo de cochayuyo magullado, comido y picoteado por la fauna. “¿Qué hace un cochayuyo acá?”, pensó Erasmo Macaya cuando lo vio.
Aunque su nombre científico es Durvillaea antarctica, los cochayuyos no crecen allí. En Chile se ubican entre la Región de Coquimbo y Punta Arenas, y también hay en Australia, Nueva Zelandia y en algunas islas antárticas.
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