Cuatro proyectos buscarán obtener datos del fondo marino para medir riesgos geológicos en el sector y confirmar potenciales recursos como oro y platino.
J.M., El Mercurio. Este año será la primera vez que un crucero científico chileno tenga como foco la geología marina. Investigadores de siete proyectos, cuatros de ellos orientados a la geología, navegarán a bordo del buque científico “Cabo de Hornos” desde el 24 de septiembre y hasta el 18 de octubre. Allí recorrerán aguas de la plataforma continental exterior y mar interior, entre Puerto Montt y la península de Taitao, incluyendo el talud continental, cánones submarinos, el punto triple de placas y la zona de la falla Liquiñe-Ofqui.
El crucero se enmarca dentro del concurso de investigación científica Cimar, una serie de expediciones que se realizan desde 1995, pero que hasta ahora había tenido una orientación oceanográfico-biológica.
“Los estudios científicos del medio ambiente marino que se emprendan en estas zonas remotas tendrán un importante valor estratégico para su desarrollo socioeconómico y el del país”, dice el contraalmirante Patricio Carrasco, presidente del Comité Oceanográfico Nacional (Cona) y director del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA), entidades a cargo del programa.
Los científicos buscarán obtener datos del fondo marino para medir riesgos geológicos en el sector y confirmar potenciales recursos minerales.
Según Carrasco, el enfoque del crucero se eligió “considerando la escasa información científica que se tiene del sector respecto de la configuración geomorfológica, interacción entre placas tectónicas, presencia de cañones submarinos y biodiversidad”.
Bajo el mar
Marcelo García, investigador del Advanced Mining Technology Center, un centro de investigación tecnológica aplicada a la minería, espera encontrar muestras de sedimentos con valores de minerales pesados (como oro, platino y titanio), indicios de hierro-manganeso y/o depósitos de hidrocarburos, tanto en los cañones submarinos de Chacao, Cucao, Guafo Guamblin y Taitao, como en la plataforma continental.
“Lo que se sabe hasta ahora es poco, pero es promisorio y queremos ir a confirmar. Hay muestreos del fondo marino con indicios de oro y platino y ciertas acumulaciones en los cañones submarinos”, dice García.
El trabajo de Cristian Rodrigo, académico de la Universidad Andrés Bello, se enfocará justamente en ellos para medir sus peligros geológicos asociados en la zona de estudio. “Son como ríos submarinos que transportan sedimento en flujos constantes o turbulentos y eso podría provocar deslizamientos del terreno”, explica Rodrigo.
Otro de los proyectos estudiará si existen registros de terremotos antiguos frente a la Región de Aysén y si estos son mayores a los históricos. “Allí han ocurrido pocos eventos de gran magnitud, pero eso no indica que no hayan ocurrido en el pasado. Puede ser que pasen cada 200 años y que el último haya sido en 1850 y eso implique que el siguiente sería en la década de 2050”, dice Rodrigo Fernández, académico del Departamento de Geología de la Universidad de Chile, quien lidera el trabajo. “Es algo que puede pasar y que no se ha medido”, añade.
También del mismo departamento de la U. de Chile, el profesor asistente Gregory de Pascale buscará medir la frecuencia de actividad del sistema de fallas Liquiñe-Ofqui (ZFLO) y así estimar la magnitud y posibilidad de terremotos en la zona, que va desde las cercanías de los volcanes Callaqui y Copahue y hasta el golfo de Penas. Este conjunto de fallas es una de las más largas de Chile, con unos 1.200 km.
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