“Puede ser interesante a nivel económico”, asegura la doctora en ciencias, Marie-Laure Guillemin, responsable del trabajo.

La Dra. Marie-Laure Guillemin extrajo muestras de algas de diferentes puntos de la región de Magallanes y la Antártica.
Ariel Diéguez, Las Últimas Noticias.- Pyropia sp. Nadie le dice así, pero quizás usted la ha comido, con papas o en una cazuela.
Es el luche, un alga que puede alcanzar diez centímetros de largo y que, en nuestro continente, vive en las costas chilenas, peruanas y argentinas.
Marie Laure Guillemin, doctora en ciencias biológicas de la Universidad de Paris e investigadora del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), descubrió que en el extremo sur de la duodécima región y en la península Antártica, hay en realidad siete tipos de luche y no uno, como pescadores y científicos creían. Todo gracias a análisis genéticos. “La genética permite descubrir una diversidad que estaba totalmente escondida”, cuenta.
El equipo de la doctora Guillemin extrajo muestras de siete algas: Porphyra, Piyropia, Wildemania, Gigartina, Iridaea, Plocamium y Adenocystis. Los investigadores descubrieron que entre las que debían corresponder a la misma especie había diferencias genéticas. En otras palabras, una especie encubría al menos una especie distinta, en el caso de la Pyropia sp o luche tipo nori, el nombre que se le da en Japón.
Las nuevas especies pueden significar nuevos recursos. “Sus periodos de reproducción pueden ser distintos y, por lo tanto, si hay cosecha, las vedas deben ser distintas. Los productos químicos asociados a ellas pueden ser distintos. Hay algunas que tienen tener más valor para la población humana”, explica.
“Son algas que son bastante poco usadas como recurso en Chile. En otros países si han sido extremadamente cultivadas, y tienen un alto valor agregado. Puede ser interesante a nivel económico”, cuenta.
Todas las especies nuevas deben tener nombres. La doctora Guillemin asegura que bautizarlas no es su tarea y que le gustaría que el que lo hiciera no se complicara la vida. “Ojalá que sea un nombre fácil de entender, no sé, usando colores y formas, para que le llame la atención a la gente”, pide. Su apellido está descartado. “Normalmente uno nunca da su nombre a algo que está describiendo. Es un poco de mal gusto”, asegura.
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