No forman gigantes barreras como sus parientes tropicales, pero sí son un importante refugio de biodiversidad.

La lancha científica de la Uach, “Jürgen Winter” fue utilizada para los muestreos oceanográficos en el Fiordo Comau. Fotografía: Humberto González.
Richard García, El Mercurio.- Para estudiar el Desmophyllum dianthus, coral de aguas frías del fiordo Comau, en Chiloé continental, investigadores de la Universidad Austral de Chile (UACh) y del Alfred Wegener Institute (AWI), de Alemania, llevan tres expediciones en lo que va del año. Esa singular especie podría guardar el secreto para enfrentar la acidificación de los mares, una de las mayores amenazas que enfrenta hoy la vida marina.
“Por mucho tiempo los investigadores de la Fundación Huinay han trabajado en distribución, abundancia y características morfológicas de la especie. Nosotros pasamos a otra etapa, estudiar los procesos”, explica el director del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), de la UACh, que encabeza el proyecto.
A lo largo de todo el fiordo Comau, desde su salida al golfo de Ancud hasta su cabeza, donde desembocan los ríos Vodudahue y Leptepu, existe una población de corales estable y sana. “Eso a pesar de que las aguas más cercanas a la cabeza del fiordo son relativamente más corrosivas, lo que es desfavorable para los corales y el proceso de calcificación que estos necesitan para vivir”, destaca Juan Hofer, investigador del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas de la UACh.
La hipótesis del proyecto es que los corales son capaces de adaptarse a este ambiente mediante algún tipo de regulación que les permite calcificar.

Los corales están haciendo analizados en laboratorio. Fotografía: Juan Höfer.
“El promedio de pH de todos los océanos es de 8,2, pero ahí encontramos valores tan bajos como 7,6, que es lo mismo que están pronosticando algunos escenarios de cambio global del Panel Internacional de Cambio Climático de Naciones Unidas en el océano abierto para unos cien años más”, señala González.
Este mayor nivel de acidez es una mezcla entre los procesos de acidificación en todos los océanos del mundo y una actividad geotérmica intensa en el entorno. “Existen aguas termales por toda la orilla del Comau. Esa actividad está favoreciendo la entrada de componentes que afectan el pH a distintos niveles de profundidad por fisuras en el subsuelo”.
El valor del fiordo es que muestra cómo se desempeñaría la vida en un ambiente de mayor acidificación.
Los científicos no solo han analizado la columna de agua, en colaboración con los investigadores del AWI, sino que además han llevado muestras de coral a su laboratorio para estudiar sus hábitos de alimentación.
“Los resultados preliminares nos muestran cómo un solo coral es capaz de comerse hasta cinco individuos de krill patagónico ( E. vallentini ) en tres horas, lo que sugiere que los corales del fiordo Comau serían capaces de alimentarse en abundancia cuando se dan las condiciones apropiadas”.
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