Viven lo más bien en aguas relativamente ácidas, que podrían corroer sus esqueletos de carbonato de calcio.
El Fiordo Comau, de 68 kilómetros de largo, cerca de Hornopirén, en la Región de Los Lagos, está bajo la lupa de investigadores del Centro de Investigaciones Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral y del Instituto Alfred Wegener, de Alemania.
Los ojos de los científicos se concentran en las rocas sumergidas en las bases de las laderas escarpadas de este canal de agua de mar, donde viven corales, seres vivos emparentados con las anémonas y las medusas, pero que comúnmente tienen una formación rocosa. No tantos como los de arrecifes que mostraba Jacques Cousteau, pero sí sorprendentes, porque, para empezar, no debieran vivir en esas aguas.
“Ahí hay mucha actividad volcánica. Hay aguas termales en todo el borde, lo que haya que haya una entrada probablemente de materiales de origen volcánico. En algunos casos el pH del agua llega a valores de 7.6. Son aguas relativamente corrosivas”, explica Humberto González, doctor en oceanografía de la Universidad de Bremen, Alemania, profesor de la Universidad Austral y director del Centro IDEAL.
El pH mide la acidez de cualquier líquido y el promedio del mar es de 8.2.
“Nos llama la atención que en esa agua, relativamente afectada por lo que se llama acidificación del océano, los corales se sientan felices”, agrega.
La acidez del agua debiera corroer el esqueleto de esta especie, que es de carbonato de calcio, y así ha pasado en los arrecifes de Cousteau, pero estos gozan de buena salud.
“Lo que nosotros pensamos es que la oferta de alimento es tan favorable a los corales, hay tanto zooplancton, que tienen lo suficiente como para satisfacer todos sus requerimientos metabólicos”, explica González.
La principal especie de coral que han encontrado los científicos es Desmophyllum dianthus, un coral solicitario que no construye arrecifes y cuyo esqueleto puede medir seis centímetros de diámetro.
Cuenta González que los expertos en cambio climático han pronosticado que en 50 años más el pH del mar llegará a 7.6. En el Fiordo Comau ya está sucediendo.
“La naturaleza les da a los organismos períodos de adaptación a estos cambios”, agrega.
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