Por: Dr. Iván Gómez, subdirector del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL).
Los ecosistemas marinos antárticos representan una de las áreas de mayor diversidad de vida en nuestro planeta. Pese a que la Antártica es caracterizada por condiciones ambientales extremas, por ejemplo, constantes bajas temperaturas cercanas a 0ºC, presencia de enormes masas de hielo y varios meses de oscuridad alternados con periodos donde prácticamente no se pone el sol, la vida marina ha podido prosperar y expandirse.
Con el advenimiento de los avances tecnológicos ha sido posible escudriñar de forma detallada los diferentes ecosistemas antárticos, tanto marinos como terrestres. Resultados del proyecto Censo de Vida Antártica Marina (CAML; www.caml.aq), elevaron el número de especies marinas que habitan las aguas que circundan la Antártica a 8654, principalmente animales (7761), seguido de protozoos (524), y finalmente algas y plantas (269). De esta forma, la idea de que la Antártica era un lugar aislado e inhóspito para vida ha cambiado radicalmente y ahora sabemos que la flora y fauna antártica es ecológicamente muy diversa y adaptada a las duras condiciones ambientales que imponen la extensa geografía de los mares del sur.
El origen y estado actual de esta gran diversidad esta fuertemente relacionada con diversos procesos geológicos y climáticos que han ocurrido en el Hemisferio Sur los últimos 250 millones de años. Dentro de estos probablemente el mas significativo fue la separación de la Antártica y Sudamérica, hace cerca de 30 millones de años. Estas masas de tierra fueron parte de supercontinente Gondwana por más de 150 millones de años. La formación del Estrecho de Drake y la Corriente Circumpolar Antártica determinaron el aislamiento progresivo de la Antártica, la cual fue seguida por una masiva glaciación hasta convertirla en un continente congelado.
A raíz de lo anterior, la biota antártica sufrió cambios considerables en términos de biodiversidad. Mientras muchas especies desaparecieron, otras se adaptaron muy bien a las bajas temperaturas, y algunas sobrevivieron en refugios insulares para luego recolonizar la Antártica durante periodos interglaciares. De hecho, en los fondos marinos someros de la Antártica actual habitan varios tipos de invertebrados, tales como crinoideos (lirios de mar), ofiuroideos y picnogónidos (arañas de mar), que en otras latitudes solamente es posible observar en zonas abisales. Pese a que la Corriente Circumpolar puede ser una barrera eficiente para el intercambio de especies con regiones de aguas mas temperadas, también es una vía de dispersión de muchos organismos que pueden ser encontrados también en las costas sub-antárticas tales como Sudamérica, Australia o Nueva Zelandia. Asimismo, la presencia humana en la Antártica en los últimos 200 años ha traído consigo la introducción nuevas especies, las cuales en diferentes grados han comenzado a adaptarse a las extremas condiciones antárticas.
El calentamiento global de los océanos que afecta actualmente al planeta supone una seria amenaza para la flora y fauna antártica, debido principalmente a que estas especies son adaptadas a vivir a bajas temperaturas. Una de las consecuencias más negativas del cambio climático es la pérdida de diversidad de especies endémicas y la llegada de especies invasoras. Por lo tanto los desafíos son urgentes y los esfuerzos se deben centrar en la conservación y protección del valioso patrimonio de biodiversidad que alberga la Antártica.
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